Sobre reggaeton, emisoras de radio, prohibiciones y otros temas


En días pasados, un grupo importante de músicos y periodistas acudieron a la Fiscalía de Venezuela para introducir un documento en contra del reguetón. En particular piden que el mismo sea excluido de sonar en las escuelas, y la posición de algunos de ellos es que sea prohibido, restringido o limitado de alguna manera en las emisoras de radio del país. Estamos hablando de algunos de los más importantes músicos del país, como Diego Silva Silva, Iván Pérez Rossi, Cecilia Todd, o grandes periodistas de la talla de Helena Salcedo. 

En materia de música, Venezuela es un país inmensamente variado y complejo. La migración que ha recibido nuestro país ha hecho que en el mismo sean populares una inmensa cantidad de géneros y fusiones: desde los ritmos afrolatinos como la salsa (que ya de por sí engloba montones de subgéneros), el merengue, rock (anglosajón, español y latino), el ska, el reggae, la cumbia, el vallenato, el jazz, los ritmos tradicionales venezolanos (no es sólo joropo o tambor: se dicen que son entre 70 y 300, dependiendo de a quien le preguntes), la música electrónica, el pop y ahora la música urbana, que ya tiene varios subgéneros además del reguetón, y hay dos o tres generaciones. Somos extremadamente diversos, y eso es muy bueno.

Trabajo actualmente en Alba Ciudad 96.3 FM, emisora del Ministerio de la Cultura en Venezuela. Quería escribir este artículo a propósito del debate desatado por el documento en contra del reguetón, para contribuir con el debate de forma personal.

En dicha emisora, yo he tenido unos 15 jefes en los 14 años que llevo trabajando allí (que los cumplí el 1° de septiembre pasado, por cierto). La mayoría se han caracterizado por pensar de forma diversa: la cultura venezolana es todo lo que hacemos. No es sólo lo tradicional, aunque sin duda eso es muy importante. La mayoría han sido abiertos a todos los géneros musicales, incluyendo el reguetón, sólo velando porque el contenido (las letras) no atentaran contra los valores en los que creemos, como personas de izquierda y trabajadores del Ministerio de la Cultura, respetuosos de la legislación vigente. 

Tuvimos en particular dos jefes que fueron amantes extremos de la música tradicional:
  • Uno que tuvimos en 2014 odiaba a morir la música comercial, porque decía que todas pagaban payola (soborno que se paga a las emisoras para poner determinadas canciones). Quería borrar todas las salsas, merengues, rap, rock, etc. A mí me hizo borrar un montón de canciones, y debido a que causó un gran revuelo en la emisora, llegó a prometernos que nos iba a sacar a todos de allí. Hizo renunciar a varias personas valiosas.
  • El otro, que tuvimos en 2018 y además es músico, hizo una lista de 160 canciones, casi todas tradicionales, y dio la orden de que esas eran las únicas que podían sonar en la radio. Excluyó toda la música de otros países y géneros como el rock, el merengue, el reggae, entre muchos otros. Fue una gestión muy conflictiva y también hizo renunciar a varias personas valiosas.
Ambos odiaban a muerte al reguetón, y no querían que sonara ni una de esas canciones, sin importar el contenido. Pero no estaban sólo en contra del reguetón, sino en contra de casi todos los otros géneros musicales, o de lo que ellos llaman "música comercial".

Y es muy lamentable que las personas que más aman la música tradicional, en vez de acercarse a los demás y hacernos enamorar de ella de alguna forma, darnos talleres, llevarnos a toques, etc., más bien generaron una guerra en la emisora, en dos ocasiones distintas, excluyendo géneros y grupos musicales amados por todos, amenazando con despedir gente, o acusándonos de meter "mensajes subliminales" (uno de los jefes que tuvimos llegó a prohibir la canción Tin Marín de Alí Primera, porque decía que la parte donde habla de quemar la madera era un llamado subliminal a las guarimbas). 

Nunca olvidaré la cara que puso en 2014 mi compañera de trabajo Enza García (tristemente fallecida años después), cuando le dije que tuve que borrar todas las canciones del grupo de salsa Los Adolescentes porque el entonces jefe que teníamos así me lo pidió, porque "eso es música comercial y payolera". Ella no sólo se molestó conmigo por haberlo hecho, sino que me contó la historia de la letra de varias de esas canciones y la temática social que abordaban. 

No entiendo muy bien el porqué de ese tipo de imposiciones y tampoco quiero generalizar, porque sé que no todos los amantes de la música tradicional son así y, de hecho, tenemos muy buenas amistades con personas tradicionalistas en este momento. Ni hablar de nuestra amiga Lisdhe Ramos, que tanto nos enseñó sobre música tradicional mientras trabajó en la emisora. 

Pero a veces uno escucha personas diciendo que hay que prohibir todo tipo de reguetón y sacarlo de todas las emisoras de radio, y creo que ese extremismo es incorrecto. 

Yo soy el informático de la radio. Mi labor al llegar allí, al menos al principio, era encargarme de la página web. Pero con el tiempo he tenido que asumir muchas otras labores, entre ellas instalar y mantener el software libre Rivendell para gestión radial, encargarme de mantener la biblioteca musical de la radio, y, por órdenes de varios de los 15 jefes que he tenido, generar los playlists automatizados de música que suenan cuando no hay programas al aire.

Por ello, hacemos nuestro máximo esfuerzo para que los playlists que se generan de forma automatizada cumplan lo exigido por la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos ("ley resorte"), que señala en su artículo 14 que el 75 por ciento de las canciones que suenen en horario todo público y supervisado (es decir, de 5 de la mañana a 11 de la noche) sean de compositores o interpretes venezolanos, sin importar el género, y que la mitad de esas canciones deben ser tradicionales (es decir, el 37,5 por ciento del total). 

Esa proporción es superior a lo que dicha ley pide a las emisoras comerciales, quienes en su enorme mayoría ni siquiera cumplen lo exigido en la Ley. 

Aquí un fragmento del artículo 14:

Tómese en cuenta también las circunstancias que vivimos: a consecuencia de las sanciones contra Venezuela y otros problemas, nuestros sueldos son muy bajos. Muchas de las personas experimentadas que nos acompañaban desde el inicio se marcharon, y quienes han aceptado trabajar con nosotros son muy jóvenes. A algunos de ellos (no todos) les cuesta mucho apreciar o entender la música tradicional. Algunos dicen que "eso es una ladilla", "que es aburrido", que "eso espanta a la gente". Uno trata de explicarles que nosotros somos la emisora del Ministerio para la Cultura, que tenemos un deber con los cultores y que además las tradicionales son sólo el 37,5% del total de canciones que suenan, pero tal vez yo no soy la mejor persona para convencer sobre estos temas. 

El debate sobre "lo comercial"

Además, el problema salarial también hace que se exploren fórmulas para que ingresen recursos a la radio, con el fin de mejorar nuestra situación. Muchos proponen hacer la emisora "más comercial", "más como Fiesta 106 o Rumbera Networks", que "hay que poner lo que está de moda", que "con tanta música tradicional la gente se aburre". Se genera así un debate muy difícil sobre lo que debe sonar en la emisora.

Ojalá una emisora como Alba Ciudad pudiera contar con un grueso presupuesto anual asignado por el Estado, que le permitiera no sólo pagar sueldos decentes a sus trabajadores, sino financiar investigaciones, entrevistas y programas especiales, con musicólogos y expertos, con capacidad de desplazarse por todo el país para rescatar y poner a sonar las tradiciones musicales de todos nuestros pueblos. 

Tener que estar discutiendo sobre cómo autofinanciarse, lamentablemente nos hace caer en el debate de que hay que convertir la emisora en comercial para poder captar audiencias y atraer patrocinantes, y hace que se quiera cambiar las fulías, joropos, trovas y tambores por Karol G y Bad Bunny, que "es lo que le gusta a la gente". O al menos eso dicen los posibles anunciantes.

Así no se puede hacer revolución. Así nos convertimos en un engranaje más del sistema capitalista, en una emisora comercial más, que reproduce las mismas canciones impuestas desde los tres grandes monstruos de la industria musical (Universal, Sony y Warner), pero que pone alguna que otra cuña de instituciones públicas para disimular y decirse "revolucionaria".

Logrando un equilibrio

Yo adoro la música tradicional, pero también me gustan casi todos los otros géneros. Defiendo que la variedad que tiene la música de Alba Ciudad es única, y es su deber justamente como emisora del Ministerio para la Cultura. Mientras que en las emisoras comerciales, para cumplir con la Ley Resorte, hacen pasar por música "tradicional" algún remix o fusión de joropo con pop o electrónica, nosotros tenemos una colección muy completa de tambores, parrandas, joropo central, oriental, llanero, golpes larenses, aguinaldos, fulías, gaitas y sí, también tenemos fusiones, pero cada una en su espacio. Y además, las compartimos por nuestra página web, para que cualquier otra emisora pueda usarlas, porque sabemos que ese es nuestro deber como emisora del MinCultura. 

Además, están también las canciones con contenido político: aquellas, sin importar el género y sin caer en lo panfletario o politiquero, narran las luchas de los pueblos, su sufrimiento, sus reivindicaciones, que critican al capitalismo y al imperialismo, que resaltan nuestros héroes y heroinas. Canciones de Alí Primera, Dame Pa Matala, El Pacto, Gino González, la trova cubana (desde Silvio hasta Buena Fe), parte del rock español (desde La Polla, Boikot, La Raíz), el rock mexicano, el chileno o el argentino, o el 95% de las agrupaciones de reggae y de ska. O las canciones de Rubén Blades, Joe Arroyo y una enormidad de salsas que cuentan nuestras luchas. 

Entonces, en mi humilde opinión como trabajador, una emisora de la que se espera tanto debe crear un delicado equilibrio entre esos tres polos:
  • La música tradicional venezolana, que es nuestra razón de ser
  • La música de contenido político, que lleva nuestro mensaje a la gente
  • La música comercial y de entretenimiento, la que la gente quiere escuchar
Uno se siente en medio de un conflicto permanente, luchando para que la música tradicional suene lo más que se pueda según lo dicta la ley, viendo dónde colar alguna cancioncita de Ska-P o de Silvio Rodríguez sin que alguien se queje de que es algo viejo o aburrido. Pero también apoyando a las y los compañeros que quieren que la emisora suene moderna, atractiva y divertida, porque tampoco sirve de nada una emisora que no sea escuchada por nadie.

Lo que odio terriblemente son los extremos: tanto aquellos que quieren poner 100% música tradicional y excluir todo lo demás, como aquellos que quieren poner 100% música comercial y excluir lo tradicional o lo político por "aburrido" y "fastidioso". Mantener el equilibrio es muy difícil, sobre todo por la subjetividad del tema musical y porque cada quien carga en su teléfono su propio playlist musical, y algunos creen que, para "arreglar" la emisora, sólo hay que poner a sonar ese playlist en la radio. Ojalá fuera tan sencillo.

¿Sólo el reguetón es dañino?

Pienso que es importante revisar bien las letras de todas las canciones que suenen en emisoras de radio, no sólo los reguetones. No se deberían permitir letras que denigran de la mujer, que promueven el consumo de drogas o la violencia, pero hay muchos reguetones que se alejan de ese estilo. Además, hay canciones de muchos otros géneros, como salsa, rap, rock y joropo, con letras que denigran de la mujer, o que llaman a la violencia o normalizan el consumo de drogas. No es sólo el reguetón, aunque tampoco podemos dejar de reconocer el problema que hay con una inmensa cantidad de artistas y canciones de ese género.

Apoyo que en las escuelas no se permita el reguetón, y que se enseñe mucho, pero mucho más de nuestra música tradicional. Pero los extremismos están mal: que se quiera prohibir un género completo en las emisoras de radio, en mi opinión, está mal. De hecho, la corona española prohibió el "joropo" en el siglo XVIII por considerarlo "música vulgar". Las decisiones sobre el reguetón no pueden confundirse con aversión u odio a los jóvenes, o a las personas de los sectores populares, quienes son los que más disfrutan de ese género. Eso sería discriminador y antirrevolucionario. 

Por ello, pido a las y los compañeros y amigos defensores de lo tradicional: por favor, no caigamos en extremismos. Hacemos un trabajo muy duro para defenderlos y apoyarlos, pero también hemos sufrido maltratos de algunos de ustedes cuando han alcanzado cuotas de poder y han querido excluir a otros compañeros músicos, y pienso que esa forma de actuar no está nada bien.

Se puede trabajar juntos sin excluir a nadie, dando prioridad sobre todo a lo nuestro. Les pido hacerlo de esa manera.

Por último, quiero aclarar que este texto debe tomarse sólo como anécdota, como dato curioso, como opinión netamente personal y un aporte al debate sobre el tema de la música de las radioemisoras. No estoy opinando ni en nombre de la emisora Alba Ciudad, ni en nombre del Ministerio de la Cultura. Yo no decido la línea editorial de la emisora donde trabajo, sólo quiero contribuir con el debate, con mis 14 años de experiencia en Alba Ciudad, a los que puedo sumar dos años en RNV y dos años más en YVKE Mundial.

Sería muy bonito incluir en estos debates no sólo a músicos y periodistas, no sólo a personas de todos los rangos de edad, sino a las personas relativamente anónimas que se han encargado de la musicalización de las emisoras de radio estatales en estos años, quienes seguramente tendrán mucho qué opinar.

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