"Se busca esclavo con teléfono y Whatsapp propios": El abuso de Whatsapp en las relaciones laborales


Whatsapp es una importante aplicación de mensajería, que desde hace años se ha convertido en compañero inseparable de cientos de millones de personas, para bien y para mal. Nos permite comunicarnos con amigos, familiares y seres queridos. También permite que grupos de trabajo colaboren y sean más eficientes. Pero también es la fuente de numerosos problemas personales, familiares, profesionales y sociales.

Whatsapp es una de las principales piezas en esto que llamamos "la obsolescencia programada", es decir, que se planifique la vida útil de nuestros aparatos y equipos, para que duren menos tiempo de lo que realmente puedan durar. Una estrategia creada por empresas y corporaciones para mantener a la gente comprando nuevos aparatos y equipos aún si no los necesitan.

Un bombillo en un local de bomberos
en Livermore (California)
, que lleva encendido
desde 1901, se ha convertido en uno de los
símbolos de la obsolescencia programada:
equipos y aparatos que podrían durar
años o décadas funcionando pero que sus
fabricantes acortan su vida a propósito para
que la gente regrese y continúe comprándolos
indefinidamente.
Aquel celular que compraste hace 3 o 5 años y del que estabas tan orgulloso en su momento por su gran rapidez y funcionamiento, hoy a duras penas funciona.

Su "hardware" está en perfecto estado: enciende, carga aplicaciones, todo está muy bien. Pero el equipo como tal está muy lento o no puedes añadir nuevas aplicaciones. Las viejas apps, que antes abrían casi instantáneamente, hoy tardan 10 o 15 segundos en abrir. No puedes instalar aplicaciones nuevas por falta de espacio. La memoria interna está 95% llena la mayor parte del tiempo. Recibes constantemente mensajes de error por la poca memoria disponible.

Te sales de grupos de Whatsapp, borras chats viejos, aplicas los consejos que encuentras en numerosos sitios web para desocupar espacio, configuras Whatsapp para que no descargue ninguna foto, ni audios, ni documentos ni videos automáticamente, o para que los archivos multimedia de los grupos no sean guardados en las carpetas respectivas. Pero, aún así, tu celular sigue lento.

Y, como la mayoría de las y los venezolanos, no puedes darte el lujo de gastar 120 o 150 dólares en uno nuevo.

Whatsapp, al igual que la inmensa mayoría de las aplicaciones de tu celular, son programados y diseñados en países del llamado "Primer Mundo". Sus programadores son personas que tienen muy buenos sueldos y cuentan con celulares de última generación, usan las versiones más recientes del sistema operativo Android, y tienen la presión de sus jefes para colocarle constantemente nuevas innovaciones a Whatsapp.

De allí que un grupo de programadores que usan teléfonos Samsung Galaxy o Huawei de última generación, con procesadores multicore, 64 GB o 128 GB de memoria interna y 6 GB de RAM, difícilmente tomarán en cuenta las opiniones y quejas de gente que vive en países del mal llamado "Tercer Mundo", que aún usan un teléfono de hace 4 ó 5 años, con 4 GB de memoria interna y 0,5 GB de RAM. Si alguno de ellos pudiera hablar contigo, simplemente te dirían con arrogancia: "¡Bota esa porquería!"

La aplicación Whatsapp ha crecido: hace algunos años, esta "app" apenas permitía enviar mensajes de texto y fotos. Pero tuvo que crecer para:
  • Enviar, recibir y grabar videos
  • Enviar y recibir notas de voz
  • Permitir chats grupales
  • Realizar llamadas de audio y de video
  • Tener encriptación de punto a punto
  • Realizar respaldos a tus cuentas de Gmail
  • Tener smilies, stickers, GIFs animados con búsqueda integrada y stickers animados
  • Incorporar "modo oscuro",
 ...Y cada vez se le exigen más y más características.

Mientras más crece una aplicación, ocupa más memoria interna y más memoria RAM; pero además, necesita cargar más bibliotecas de funciones para poder ejecutar todas esas características. Estas bibliotecas de funciones también ocupan espacio en la RAM y en la memoria interna del teléfono. Mientras más bibliotecas de funciones hagan falta, más rápidamente nuestro celular pasará a la obsolescencia.

Peor aún: Whatsapp, a diferencia de Facebook o Twitter, no tiene una versión ligera o "lite" para celulares antiguos, y más bien han dejado de mantener las versiones de Whatsapp para versiones antiguas de Android, Windows Phone, Blackberry e iPhone, imposibilitando su uso en muchos teléfonos fabricados hace 5 o 6 años.

En el Primer Mundo, las personas se han acostumbrado a que, cuando su celular se pone muy lento o las aplicaciones dejan de funcionar, simplemente compran otro. Según un artículo de la BBC, la gente se ha acostumbrado a cambiar su celular cada 18 a 24 meses. Si no fuera por la obsolescencia programada, en parte impulsada por aplicaciones devoradoras de teléfonos como Whatsapp, nuestros teléfonos podrían durar de 10 a 12 años.

¿Y si te lo exigen en tu trabajo?


En muchos trabajos, se exige tener teléfono celular con Whatsapp. Debería ser normal que una empresa te suministre las herramientas para tu trabajo, pero muchas empresas e instituciones no pueden o no quieren suministrarte un teléfono corporativo, sino que esperan que tú uses tu celular personal para las labores de oficina, e incluso que pagues de tu bolsillo el plan mensual que ese teléfono usa.

Se te exige que tengas Whatsapp, y se espera que suministres tu número telefónico para ser añadido a uno o varios grupos que tiene la oficina. Te lo preguntan en la entrevista laboral, y el que tengas Whatsapp puede ayudar a que seas aceptado en el cargo.

En el "Primer Mundo", como les gusta autodenominarse, esto es algo terriblemente normal. La película "Parasite" de Bong Joon-ho, ganadora del premio Oscar 2019 a la Mejor Película, muestra la historia de una familia de clase baja en Corea del Sur. Vivían hacinados en un subsótano precario, con pésimos servicios sanitarios y propensos a inundaciones. Comían mal. Pero todos tenían celulares de gama media para comunicarse, los cuales eran necesarios además para conseguir empleo y recibir mensajes de sus posibles empleadores, y luego de sus jefes.

Imagen de la película Parasite (2019)
Supongo que es algo normal en el país donde nació la empresa Samsung, uno de los mayores fabricantes de teléfonos móviles del mundo.

Pero esto también ocurre en Venezuela, un país bloqueado y sancionado por el gobierno estadounidense, donde los bajos sueldos en las empresas públicas y privadas impiden a la mayoría comprar un teléfono inteligente. 

Lo malo es que, en determinadas áreas, se espera y se exige que los trabajadores tengan teléfono celular, con Internet y Whatsapp.

Es algo tan absurdo como contratar vigilantes y esperar que ellos tengan walkie-talkie propio, pero así pasa hoy: se exige que los nuevos empleados cuenten con las herramientas de trabajo que deberían ser suministradas por la empresa.

La mayoría de los trabajadores no reclaman esto porque, en muchos casos, es su primer empleo y lo que les interesa es ganar experiencia laboral para luego avanzar a empresas que ofrezcan mejores condiciones. Nadie quiere contratar a un trabajador que luche por sus derechos; todos prefieren a la persona dócil, que ponga a un lado su tiempo libre y su bienestar propio para complacer los caprichos más excéntricos de la Miranda Presley del momento. Es la moraleja que nos deja la película "El diablo viste a la moda", aunque algunos crean lo contrario


Y, en el caso del Estado venezolano, es aún más absurdo que se exija a los trabajadores tener Whatsapp, cuando ya se conoce  de forma pública y notoria gracias al exagente de inteligencia Edward Snowden que Facebook, la empresa propietaria de Whatsapp, coopera con las agencias de inteligencia del gobierno estadounidense, enemigo declarado del gobierno venezolano, suministrándole acceso a toda su información.

Esto es una absoluta estupidez: el gobierno venezolano debería prohibir a sus instituciones el uso de Whatsapp como herramienta de mensajería, dado que facilita toda nuestra información a nuestro principal enemigo. Pero parece que a nadie le importa el tema, o nadie simplemente lo cree.
 
Película venezolana de 1977
El solicitar empleados con teléfono y Whatsapp se ha convertido así en la versión millenial del famoso cartelito "Se busca motorizado con moto propia", que también ha sido bastante común en nuestro país (y ha inspirado películas): solicitar mensajeros que pongan a disposición de la empresa su motocicleta personal, se les paga un sueldo apenas superior al mínimo legal, y se les exige que se encarguen de su reparación y mantenimiento cuando ésta tenga problemas. Y, cuando ya no les sea posible hacerlo, la empresa simplemente los desecha. 

Muchos jefes no sólo exigen que los empleados pongan su Whatsapp a disposición de la empresa, sino que estén muy pendientes de los mensajes. He visto discusiones sobre por qué Fulanito no respondió el mensaje que su jefe le envió 4 horas antes, o por qué "me dejaste en visto y no me respondiste".

Whatsapp provee diferentes mecanismos para que un jefe sepa si sus "esclavos digitales" vieron un mensaje o no. Si un mensaje llegó al celular del receptor, el emisor ve un doble check gris. Pero, si el receptor abrió el mensaje para verlo, este doble check cambia a color azul. El doble check azul se convierte en sinónimo de que la persona vio y abrió el mensaje en su teléfono, aunque eso no necesariamente significa que lo leyó, que lo digirió o que pudo encontrar el momento o lugar apropiado para responderlo.

Whatsapp también avisa si la persona está "en línea" (es decir, si la persona tiene conexión a Internet y la aplicación está en primer plano, siendo jurungada por el usuario del celular) o cuándo fue la última vez que el usuario revisó Whatsapp. El jefe puede saber que hace 4 horas revisaste tu Whatsapp, asumir que ya viste el mensaje enviado con anterioridad y que ya debiste haberlo respondido. Igualmente, la persona que envía un mensaje a un grupo puede saber quiénes recibieron y quienes leyeron su mensaje.

"Dejar en visto" (que alguien reciba un mensaje y lo lea, activando el doble check azul, pero no lo responda) se ha convertido en la peor falta de educación del Siglo 21. Si Manuel Antonio Carreño estuviera vivo hoy y le tocara reescribir su famoso "Manual de Urbanidad o Buenas Costumbres" o "Manual de Carreño", seguramente dedicaría un capítulo entero a atacar a quienes se atrevan a "dejar en visto" a alguien. Si su hija Teresa se hubiera atrevido a "dejarlo en visto" sin darle una respuesta inmediata, probablemente le hubiera dado el mismo castigo que si ella se limpiara la nariz con las manos o comiera con la boca abierta. Y no: el estar dando un importante concierto de piano no hubiera sido excusa para tan grave falta.


Estos jefes, tan exigentes con el doble check azul, no toman en cuenta los innumerables problemas que puede tener una trabajadora o un trabajador en la Venezuela bloqueada y sancionada de 2020.
  • Alguien puede estar en la calle, en el Metro o en el transporte público, cuando sonó Whatsapp y recibió tu mensaje. Lo vio, pero no pudo o no quiso responderlo pensando en su seguridad, pues podrían robarle el teléfono. Total, es su equipo personal, y la empresa no se lo repondrá en caso de que alguien se lo quite.
  • O puede haber recibido numerosos mensajes de varias personas diferentes, y no haber visto el tuyo en particular. Esto puede pasar si la persona tenía un rato largo sin conectarse a Internet, y al conectarse, le llegan montones de mensajes atrasados.
  • Su teléfono puede ser como el mío -uno viejito o excesivamente lento- y abrir un mensaje de Whatsapp puede tomar 10 o 20 segundos.  Y, dependiendo de sus circunstancias personales, no quiso o no pudo responder en ese momento.
  • La cobertura de las empresas de telefonía celular también es muy variable. Puede ser que estés en movimiento, tengas cobertura y a los pocos segundos ya no la tengas. En Caracas, las zonas del este de la ciudad tienen muy buena cobertura, pero en el centro y el oeste hay problemas graves con el 3G y 4G. Los sectores populares han sido desatendidos por las empresas de telefonía celular y la cobertura de datos allí es terriblemente mala, por lo que los mensajes de Whatsapp puede que no lleguen. 
  • O puede ser que no hayas podido pagar tu plan de datos y sólo tengas Whatsapp cuando te conectas a alguna red Wifi, bien sea las de la oficina, las de vecinos o alguna red pública que pueda existir. Hay que acotar que las redes Wifi gratuitas en Venezuela son muy deficientes, problemáticas o inexistentes.
  • O puede ser que la persona tenía otras prioridades -un familiar enfermo, un viaje, una emergencia, atendía otro trabajo, o simplemente estaban disfrutando de un momento de descanso o recreación con sus seres queridos- y no pudo abrir o leer tu mensaje, o no quiso responderlo en ese momento. 
  • Ni hablar del tema del horario laboral: ¿está un trabajador obligado a responder un mensaje de Whatsapp si se le envía fuera de horario, en particular si el teléfono y el plan de datos son pagados por el propio trabajador?
Todos estos derechos a la privacidad y al tiempo personal que tenemos los trabajadores se han ido echando a un lado gracias a Whatsapp, irrespetándonos como trabajadores y como personas.

Lo peor es que, una vez uno se ve entrampado en esta red de decenas de grupos de Whatsapp laborales, salirse de ellos no es fácil.

Yo muchas veces he pensado en  desinstalar Whatsapp de mi celular, más que todo por razones técnicas. Whatsapp ocupa varios gigas de espacio en la memoria interna de mi celular, impidiéndome instalar otras aplicaciones. Si pudiera desinstalarla, podría instalar otras aplicaciones de mensajería más seguras, como Signal o Slack. Podría instalar otros programas, juegos, aplicaciones gráficas o lo que yo quisiera instalar. Total, es mi teléfono personal y yo debería poder usarlo como yo quiera. Pero si yo avisara en mis lugares de empleo que ya no tengo Whatsapp y que decidí eliminarlo de mi teléfono por decisión propia, eso sería muy mal visto.

Tengo amigos y trabajadores de instituciones públicas quienes me han contando que se sienten igual de frustrados. Que, si por ellos fuera, eliminarían Whatsapp de su celular. Pero se guardan su rabia para no generar molestias en su trabajo, o para no discutir con sus jefes y compañeros. Finalmente, las frustraciones se acumulan con otras hasta que explotan, y algunas de estas personas terminan cambiando a otros trabajos con mejores condiciones.

También he conocido personas que tienen teléfono inteligente con Whatsapp, pero lo ocultan y no se lo manifiestan a sus jefes, justamente para evitar que los metan en grupos laborales.

Ojalá pueda hallarse una forma en la que empleados y empleadores se respeten mutuamente en el uso de este tipo de aplicaciones. Pero yo no lo veo fácil.

Idealmente, una empresa debería suministrar a sus trabajadores las herramientas para poder hacer su trabajo, y eso debería incluir las herramientas para comunicarse con ellos.

De no ser posible, al menos deberían pagar una compensación o un bono a quienes usen su teléfono y herramientas personales para su trabajo, con el fin de ayudarle a pagar el plan de datos. Tampoco es descabellado asegurar los equipos celulares en caso de robo o pérdida.

Se entiende que el Estado venezolano está pasando un momento difícil debido al bloqueo estadounidense, lo que ha afectado los ingresos de los trabajadores y el presupuesto con el que cuenta el Estado. Al mismo tiempo, existe la presión de ministros y jefes, que buscan la forma de que la eficiencia y el ritmo de trabajo no decaigan a pesar de las carencias que se viven.

Pero esto no debe significar que se irrespeten los derechos de los trabajadores.

Aún en el Estado, todo trabajador debería tener el derecho a decidir si va a utilizar su equipo telefónico personal para su trabajo (incluyendo su Whatsapp), si quiere ser añadido a grupos de la empresa o no, y si desea salirse de los mismos o no, sin que esto tenga repercusiones.

Todo empleador debe aceptar que aquel trabajador que está poniendo su teléfono personal y su Whatsapp a disposición de la empresa o institución, en realidad le está haciendo un favor a la empresa o institución, y debería haber al menos un respeto y consideración mínimos hacia la persona si, por alguna razón, no puede o no quiere contestar un mensaje en un tiempo perentorio.

Pienso que reclamar a alguien porque lleva tantas horas sin abrir Whatsapp, o sacarle en cara que estuvo en línea hace X horas pero no vio o no respondió tal mensaje, puede convertirse en una forma de hostigamiento laboral, y no es algo para nada apropiado.

Eso induce a los trabajadores a niveles de stress que no se vivían en el pasado, obligándolos -sobre todo a quienes tienen cargos de responsabilidad- a revisar cada pocos minutos los grupos de Whatsapp de la empresa a ver si han habido nuevos mensajes, mirándolos cada vez que escuchan una nueva notificación sonora aún en momentos de descanso o recreación con su familia, o en lugares inseguros, donde no sólo se pone en peligro el equipo, sino su propia vida.

Si una persona está en línea en este momento revisando su Whatsapp, eso debería considerarse información privada y personal, al igual que la cantidad de horas desde que esa persona revisó sus mensajes. No debería usar las herramientas de Whatsapp para violar su privacidad, hostigarlo por no haber respondido en tantas horas o por haberlo "dejado en visto".

Esperemos que estas líneas ayuden a que se respeten un poco más los derechos de las y los trabajadores, y, en el caso del Estado venezolano, se pueda continuar trabajando juntos con el fin común de lograr una sociedad más justa.

Comentarios

  1. Vd. cada día escribe mejor. Lo de la película «Se busca motorizado...» la recuerdo con delicia, de cuando el metro llegaba solo hasta Chacaíto yo me iba al cine del sótano, es la pescadilla que se muerde la cola todos esos recuerdos que tengo. Esa película "vieja" refleja lo que tenemos actualmente en relaciones laborales pero lo que vd. no toca son los empleados que aprovechen al "guasop" para tomar delantera a sus propios jefes, allí le dejo esa. Por demás, lo de la obsolescencia programada, ¡pues eso va a destruir nuestro planeta!

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  2. Excelente mensaje como siempre Luigino. Igual que tu siempre critiqué la obligatoriedad de responder llamadas y uso de recursos personales de parte de las empresas e instituciones. Saludos

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  3. Hola estimado, le leo desde hace más de 10 años, de verdad me identifico mucho con tu estilo de redactar y tus ideas. Muchas gracias por tus valiosos aportes

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  4. Con respecto a Whatsapps no entiendo porque no desarrollamos y sobre todo promovemos una aplicación libre. En el estado hay toda una hipocresía con respecto al software libre. El gobierno dice o más bien decía, y hace otra cosas.

    Yo personalmente presencié algo tristemente increíble, estupido, lamentable y alarmante. Tuve que enviar a un técnico en la empresa donde trabajaba para que le habilitar acceso a Gmail a unos militares de alto rango con la finalidad de que leyeran sus correos.

    Imagínate lo estupido y peligroso que es el hecho de que las fuerzas armadas de nuestro país se comuniquen por medios controlados por fuerzas enemigas. No se entiende que seamos tan imbeciles.

    Ya tenemos demasiado con el uso de Windows en todos lados como para que adicionalmente las comunicaciones las hagamos en Gmail y whatsapps por nombrar algunas. Software, que como conocedor de la materia sabes, nos son proyectos muy complejo y existen muchas alternativas libres.

    Me gustarías que me ayudes a atacar este problema estratégico, desde tu trincheras que tiene mayor alcance que la mía.

    Si me lo permites, utiliza un titulo como lo haría Chávez para captar la atención, por ejemplo „“El gobierno de maduro con el diablo en Casa“

    Recibe un gran abrazo de mi parte.

    Xamty

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  5. Podrías contactarme por favor. 04125872950. Para una conferencia. Gracias

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