Crisis económica en Venezuela, con 2019 a punto de empezar

El pasado jueves 29 de noviembre, el Presidente venezolano Nicolás Maduro realizó una serie de anuncios en el marco de su Plan de Recuperación Económica y la crisis en Venezuela. Sin ser economista ni experto en la materia, sino simplemente un venezolano más, quiero dejar mi opinión al respecto.

Mi propósito al sentarme a escribir este artículo, es tratar de explicar nuestra situación como venezolanos a personas que no sean de este país. A diferencia de las enormes mayorías de articulistas y blogueros venezolanos que uno suele encontrar, yo no estoy en contra del gobierno nacional, ni voy a plantear un melodrama de cómo Venezuela "está siendo arrasada por el castrocomunismo", y cómo se requiere con urgencia una "intervención militar"  y un "cambio de gobierno".

Tampoco encontrarás acá un artículo que defiende a ultranza al gobierno venezolano ni repetirá acríticamente su posición. El gobierno venezolano ha cometido errores, en algunos casos muy graves. Pero aún así creo que tenemos que apoyarlo, señalando aquellos errores y problemas que tenga con el fin de que los corrija.

Opino que el gobierno venezolano está dividido entre aquellos funcionarios que luchan por rescatar a Venezuela de la crisis en la que se vive y enrumbar el país al fin de la pobreza y la desigualdad (lo que muchos llaman "el legado de Chávez"), y otros funcionarios que sólo buscan el enriquecimiento personal y el robo de dinero del Estado para sus propios fines personales, aunque para esto se disfrazan de "chavistas". Discernir cuáles funcionarios están de un bando y cuales están del otro es un asunto muy delicado y personal, y un juego de poderes aún más audaz que cualquier temporada de Game of Thrones. Sólo con el tiempo se sabrá la verdad. En medio de esto, una serie de potencias esperan con ansias el desenlace de los resultados para ver si así logran apoderarse del país y sus recursos. Ni hablar de la oposición y la fauna política venezolana, tan variopinta y dispersa que por sí sola abarcaría un libro completo.

Este es un manifiesto que intenta resumen el porqué de mis razones. Es algo, hasta cierto punto personal, que necesito escribir para contextualizar y recordarme a mí mismo por qué estoy aquí, y por qué voy a seguir aquí.

Contexto general


Venezuela es un país lleno de recursos naturales, que cuenta con una situación geopolítica privilegiada que lo hace ser una nación muy deseada por las grandes potencias.

Desde 1999 se instaló en el país un gobierno de izquierda que intenta tomar sus propias decisiones al margen de los deseos de estas superpotencias, lo que ha traído consecuencias:
  • Un golpe de estado en abril de 2002
  • Un paro petrolero de más de 60 días en diciembre de ese año
  • Una serie de protestas violentas de diferente género que han ocurrido en 2004, 2007 y años posteriores
Venezuela, por ser un país petrolero, ha desarrollado desde hace décadas un empresariado muy diferente al que suele verse en países como Argentina, Brasil o Uruguay; mientras que allí suelen verse empresarios del sector secundario de la economía (capaces de transformar diferentes materias primas en productos terminados), Venezuela se ha caracterizado por un tener un empresariado del sector terciario cuyo principal interés es la importación de bienes para su reventa a la población, en particular a las capas medias, que ha tenido buenos ingresos producto de la renta petrolera.

Por otro lado, es importante recordar que en 2012 el entonces Presidente Hugo Chávez enfermó de forma terminal para morir en marzo de 2013. Esto causó una especie de acuerdo en buena parte de la oposición y el empresariado venezolano, convencidos de que era el momento de sacar de una vez al gobierno de Nicolás Maduro, sucesor de Chávez elegido en elecciones en abril de 2013. De allí que se han vivido protestas muy violentas (llamadas localmente "guarimbas") en los años 2014 y 2017, que han dejado decenas de muertos, tanto del lado opositor (los más visibilizados en los medios de comunicación) como chavistas y personas que no estaban en ninguno de los dos lados.

Crisis petrolera


En 2014, 2015 y 2016 ocurre una grave crisis petrolera, cuando los países de la Opep deciden no recortar la producción y el precio del petróleo cae desde 60 dólares el barril a unos 20 dólares el barril para comienzos de 2016.

Esto causa una fuerte crisis en Venezuela, país muy dependiente de los ingresos petroleros, que luego se dispara aún más cuando se confirma en 2017 que Pdvsa, la industria petrolera estatal venezolana, está produciendo mucho menos petróleo de lo que debería por razones que aún se discuten.

De esta forma, aunque los precios del petróleo a nivel mundial se recuperan en 2017, Venezuela más bien se hunde más en la crisis.

Corrupción


Lo que nos ha dicho el gobierno venezolano hasta ahora es que Rafael Ramírez, quien en su momento era mano derecha de Hugo Chávez y una de sus figuras más cercanas, y quien fue presidente de Pdvsa entre noviembre de 2004 y septiembre de 2014 (casi 10 años en un cargo, en un gobierno que más bien se ha caracterizado porque sus funcionarios duran pocos meses en un cargo antes de ser rotados a otro), parece que todo el tiempo estuvo traicionando a Chávez, y los principales gerentes de la industria, al parecer,  trabajaban para desmantelarla o favorecer negocios propios.

Diego Salazar Carreño, primo de Rafael Ramírez, al parecer usó sus contactos para lavar cientos de millones de dólares producto de comisiones en contratos de Pdvsa con contratistas extranjeros, asunto puesto al descubierto por la prensa internacional en los escándalos de la Banca Privada d’Andorra. Junto a él estuvieron vinculadas otras personas como Nervis Villalobos, exviceministro de Energía actualmente detenido en España, y José Enrique Luongo, también detenido en Venezuela junto a Diego Salazar. En el escándalo también han estado involucrados Eulogio Del Pino y Nelson Martínez, quienes ocuparon cargos como presidentes de Pdvsa y ministros de petróleo entre 2014 y 2017, y también fueron detenidos y destituidos a finales de ese año.

Ramírez, quien fue presidente de Pdvsa y ministro de petróleo hasta septiembre de 2014, se mantuvo luego como representante de Venezuela ante la ONU en Nueva York, cargo del cual fue removido en diciembre de 2017.

Desde entonces vive en algún lugar en el exterior del país, desde el cual escribe artículos para Panorama, Aporrea y Medium en los cuales fustiga constantemente al gobierno venezolano y a Nicolás Maduro, y atribuye la crisis en Venezuela a que él y sus gerentes fueron retirados de Pdvsa y sustituidos por gente menos capaz. Pero se niega a hablar de lo que pasó con su primo Diego Salazar, quien sigue detenido en Venezuela.

El gobierno venezolano señala que muchas de estas tramas de corrupción habían sido denunciadas ante la Fiscalía General de la República, pero que la entonces fiscal general, Luisa Ortega Díaz, no procedió ante tales casos al parecer por formar parte de una red de extorsión, que cobraba dinero a los acusados para no proceder contra ellos. Ortega Díaz fue destituida de su cargo por la Asamblea Nacional Constituyente en agosto de 2017, tras lo cual el nuevo Fiscal General, Tarek William Saab, denunció el descubrimiento de estas tramas de corrupción. Ortega Díaz y su esposo, Germán Ferrer, quien era diputado del PSUV, huyeron a Colombia. Desde entonces, ella viaja por varios países afirmando ser la fiscal legítima venezolana, y realizando campañas contra el gobierno.

Mientras tanto, también surgen otros escándalos de corrupción. Alejandro Andrade, quien fue en 2008 presidente del Bandes (Banco de Desarrollo Económico y Social) y previamente había sido presidente del Fondo Único Social, se declara culpable en Estados Unidos este mes de noviembre de 2018 por participar en sobornos por mil millones de dólares, en el que además estaría involucrado el actual dueño del canal Globovisión, Raúl Gorrín, quien fue acusado por varios delitos.

Hugo Chávez


Casos como los de Ramírez o Andrade (exmilitar, quien en algún momento habría sido amigo de Hugo Chávez, y se habrían conocido en la Academia Militar) han sido usados por periodistas y políticos de oposición para atacar a Hugo Chávez e insinuar que él está involucrado en estas tramas de corrupción.

En el chavismo tenemos nuestras particularidades. Por ejemplo, los venezolanos somos excesivamente religiosos, producto de más de 500 años de catolicismo impuesto y adoptado. Esa religiosidad tendemos a llevarla también a lo político: tendemos a idealizar a Chávez, a tratarlo casi como un Dios. Colgamos sus cuadros en todos lados, a menudo al lado de Jesucristo y de Nicolás Maduro. Gritamos su nombre en consignas políticas y militares, y desconfiamos de cualquiera que no grite tan duro como nosotros.

Yo no creo ni en una cosa, ni en la otra. Creo en Hugo Chávez como un ser humano excepcional, pero como un ser humano al fin. Él cometía aciertos y errores. Él tuvo que elegir a personas para conformar su gobierno. Entre estas personas hubo grandes aciertos, pero también hubo equivocaciones. Es imposible recriminarlo por esto, porque todos nos equivocamos.

Imagina si a ti, en este momento, te designaran Presidente de la República. ¿A quienes eligirías para dirigir las más de 700 instituciones públicas que conforman el Estado venezolano, que incluyen ministerios, institutos, servicios autónomos, bancos públicos, empresas del estado, etc.? ¿Escogerías a tus familiares? ¿A tus amigos? ¿A tus excompañeros de clase, de trabajo o de iglesia? ¿A quienes militaron contigo en alguna organización? El que alguien haya sido tu amigo, ¿le da suficientes credenciales para ser parte del gobierno?

El problema es que alguien que haya sido tu amigo por años, que haya aparentado ser una persona honesta y capaz, de pronto, al recibir un cargo de alto poder, se puede transformar y convertir en una persona totalmente distinta. Eso no lo puede predecir nadie, a menos que tengas los poderes mutantes de Charles Xavier (The X-Men) y puedas leer la mente de las personas.

Chávez definitivamente no tenía esos superpoderes, y tuvo que enfrentarse decenas de veces en su vida con la traición de personas muy cercanas a él: desde aquellos que se pusieron en su contra por razones ideológicas y tenían un concepto distinto de lo que es una revolución, hasta quienes sólo perseguían intereses propios, eran unos corruptos y sólo querían usar su posición en el gobierno para robar.

Paraísos fiscales


Sobre el tema de la corrupción, las potencias no tienen moral alguna para criticarnos. Los paraísos fiscales, como Andorra o Panamá, no fueron creados por venezolanos. Las formas en las que las grandes contratistas sobornan a los funcionarios públicos tampoco son inventos de los venezolanos: tú puedes ser un funcionario muy honesto, pero hay que tener UN CAMIÓN DE BOLAS (u ovarios) para que llegue un enviado de una contratista, diga que te depositará 100 millones de dólares en una cuenta en un banco de Andorra a cambio de que elijas a su empresa en un contrato con el gobierno, y tú le digas: "¡Por supuesto que no! ¡Lárgate de aquí!". ¿Cuántas personas conoces que sean capaces de tener ese nivel de honestidad? Nadie te prepara para ello.

Con esto no estoy para nada excusando a ningún corrupto: todo lo contrario, gente como Andrade o Salazar merecen estar décadas en prisión, no sólo por corruptos, sino por haber traicionado al pueblo venezolano y a un personaje histórico de tanta importancia como lo fue Chávez. Lo que sí quiero decir es que no cualquier persona correría de su oficina a alguien que le haga una oferta multimillonaria como la antes planteada.

Es importante decir que este tipo de corrupción es muy difícil de detectar. ¿Cómo puede hacer la Contraloría o la Fiscalía para detectar que a un presidente de un banco o a un encargado de compras se le está depositando dinero en un banco en el extranjero? Los casos que se han detectado, como los de Panamá Papers o Andorra, han sido casos que se popularizaron gracias a filtraciones a la prensa.

Otros casos, como los sobornos de Odebrecht a funcionarios públicos, prácticamente inundaron a la América Latina completa. Es mucho lo que falta por revelarse todavía sobre ese tema.

Hay una película, llamada "Escape en el Metro 1 2 3", protagonizada por Denzel Washington y John Travolta y dirigida por Tony Scott, que trata en parte este tema: un empleado del Metro de Nueva York, llamado Walter Garber (Denzel Washington) debe negociar con un hombre llamado Ryder (Travolta), quien tiene secuestrado un tren del Metro repleto de pasajeros y amenaza con matarlos. En determinado punto de las negociaciones, Ryder averigua que Garber aceptó un soborno de 35 mil dólares de una contratista extranjera para aprobar la compra de nuevos vagones, y usa esa información para tratar de manipularlo. Hasta en esos ambientes tan "primermundistas" es "normal" que ocurran esos sobornos.

Transparencia


Al respecto, es muy poco lo que se escucha en Venezuela hablar de la transparencia en los organismos públicos: en un momento del siglo 21 en el que la informática y la automatización juegan un papel vital en la administración pública, son muy pocos los funcionarios públicos que publican todas las cuentas de su institución de forma pública y transparente.

Apenas se puede ver en el Centro Nacional de Tecnologías de Informacion (CNTI, ente dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología) las iniciativas de Datos Abiertos para que las instituciones puedan actuar con más transparencia. Pero en un país donde funciona una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) plenipotenciaria y hay una gran crisis en parte causada por la corrupción de exfuncionarios como Rafael Ramírez, Diego Salazar o Alejandro Andrade, lo mínimo que uno esperaría es que las iniciativas de transparencia y de datos abiertos provinieran directamente de la ANC y no de pequeñas instituciones casi desconocidas.

Como puede observarse, la situación en Venezuela es muy, muy compleja.

En medio de todo esto, las y los venezolanos vivimos una crisis muy aguda a nivel de ingresos, a nivel económica, a nivel de servicios públicos (muy deteriorados, con fallas constantes en agua, electricidad, aseo urbano, gas doméstico), con constantes noticias sobre la emigración de miles de venezolanos a otros países, para luego enterarnos de que muchos de esos venezolanos quieren regresar.

Crisis y medidas


Volviendo de nuevo al tema de las medidas tomadas por el Presidente Maduro el pasado jueves 29 de noviembre: Creo que las medidas del gobierno, en general, son acertadas. Sin embargo, siempre desde mi punto de vista como habitante del país y persona que tiene que lidiar con la hiperinflación, se están tomando muy a destiempo y hacen que las personas sintamos que hemos sido abandonados por el gobierno, luchando contra enemigos formidables con muy poco apoyo de las instituciones del Estado.

Quiero continuar la contextualización del tema, ahora yendo al día a día de nosotros como población:

Ciclos mensuales: bonos y aumentos salariales

 

  • Durante 2018, tuvimos que lidiar con una hiperinflación colosal en Venezuela. Para que pudiéramos sobrevivir a ella, aprendimos a vivir en ciclos mensuales en los cuales el Presidente Maduro realizaba aumentos de salario mínimo un mes, y el mes siguiente asignaba bonos a través del Carnet de la Patria.

    Los bonos no son "regalos por no trabajar", como afirman los detractores de Maduro, sino subsidios directos que el gobierno entrega directamente a las personas como forma de ayudarlos a adquirir bienes y servicios.

    Estos subsidios en el pasado eran entregados por el gobierno a las grandes empresas y productores de mercancías con el fin de mantener sus precios bajos, pero los mismos no funcionaban sino que generaban otro mal, denominado "el bachaqueo".

    Por ejemplo: el gobierno entregaba el subsidio de un kilo de harina de maíz precocida directamente al fabricante. El fabricante vendía la harina a un precio sumamente barato, pero quienes la terminaban comprando eran revendedores informales o "bachaqueros", que la adquirían en grandes cantidades a un precio irrisorio (a veces con cooperación del propio fabricante, o con ayuda de trabajadores corruptos o amenazados por ellos mismos). Esos "bachaqueros" luego revendían la harina en las calles y aceras a personas comunes y corrientes a precios estafalarios. Era normal que en grandes mercados y plazas al aire libre, como en Catia o Petare, los revendedores y bachaqueros vendieran estos productos a precios descomunales, en muchos casos sentados al lado de efectivos policiales y de la Guardia Nacional Bolivariana, o la Guardia del Pueblo, o las Milicias, que no hacían nada al respecto. Algo sumamente desmoralizante.

    El subsidio del gobierno terminaba usándose para mantener a una clase social improductiva (un marxista los llamaría "lumpen"), que sólo se limitaba a comprar muy barato para revender muy caro.

    El gobierno decidió acabar con esto entregando el subsidio directamente a las personas, valiéndose para ello de un instrumento llamado "Carnet de la Patria" (hoy "Sistema Patria"), que debía funcionar como una especie de "wallet" o billetera electrónica a través de la cual las personas recibirían uno o varios bonos. El instrumento también serviría como herramienta estadística para conocer las necesidades de cada familia, el número de miembros, sus ingresos, cantidad de personas con discapacidad, mujeres embarazadas, adultos mayores, y a partir de allí determinar las necesidades de cada familia y poder cumplir sus necesidades. 

Dólar paralelo y marcadores

  • El gobierno también ha tenido que lidiar este año ya no con uno, sino con varios marcadores del dólar paralelo o ilegal, que funcionan desde el exterior del país y se valen de las redes sociales para dar a conocer sus valores.

    Si bien el marcador más conocido era Dolar Today, a comienzos de año su nivel de alza no fue considerado suficiente por los numerosos "empresarios" que vivían de la subida continua del dólar paralelo. Así, aparecieron varios otros marcadores a través de redes sociales y páginas web, así como cuentas Twitter que se dedicaban a sacar un "promedio" entre todos estos marcadores y fijar una especie de valor promedio del dólar paralelo.

Redes sociales y leyes extraterritoriales

  • Es necesario recalcar que el gobierno de Venezuela no ha podido convencer a las empresas de redes sociales estadounidenses de que están haciendo un grave daño a nuestra economía, y están siendo utilizadas por factores externos a ellas para desestabilizar nuestro país.

    Sé que esto es muy difícil de comprender. Sólo pido a quienes nos leen hacer un ejercicio de imaginación y pensar qué pasaría si fuera al revés: si desde páginas web venezolanas se fijaran variables que desestabilizaran el valor del Dólar Estadounidense y causaran que dicha moneda perdiera su valor, causando un daño grave a la economía de ese país.
    Sólo imaginen que fueran trabajadores estadounidenses, hombres blancos de la ciudad de Nueva York o Detroit, y no trabajadores venezolanos, quienes se vieran sometidos a una hiperinflación que destruyera sus salarios, y que se determinara que esta hiperinflación ocurre gracias a páginas web venezolanas.

    ¿Se imaginan lo que dirían los noticieros? ¿Se imaginan a Fox News, a MSNBC, a Bloomberg, a CNN?

    ¿Se imaginan cuál sería la reacción de un Presidente como Donald Trump (o de su antecesor, Barack Obama) ante estas circunstancias? ¿Se imaginan lo que decidiría el Congreso de Estados Unidos?

    ¿No ordenarían de inmediato la desconexión de las páginas web venezolanas que están detrás de la desestabilización del dólar? ¿No ordenarían a sus "cibersoldados" el atacar y sacar de Internet esas páginas? ¿No ordenarían el corte de las fibras ópticas a Venezuela, y la desconexión de los enlaces satelitales? ¿Acaso la ONU o cualquier otro organismo multilateral protestaría o chistaría si Estados Unidos toma esas acciones para "protegerse"?

    Con esto, yo no estoy diciendo que estaría de acuerdo conque Venezuela censure páginas web o cree una "Gran Muralla" al estilo de China o Corea del Norte. Pero al menos el tema debería ser objeto de discusión y debate entre el gobierno venezolano y las empresas de redes sociales.

    Todo lo contrario, el hablar de una "guerra económica" contra Venezuela, causada en parte por la fijación de variables artificiales del dólar paralelo, es tomado a menudo como una retórica politiquera y un discurso vacío de Nicolás Maduro y sus aliados.
  • Y yo no niego que el gobierno de Maduro haya cometido errores económicos y que su discurso y el de sus ministros suena a menudo como cansón y vacío, sobre todo después de varios años de esta crisis que vivimos. Son los mismos voceros, las mismas frases, las mismas arengas. Hay elecciones cada pocos meses. Uno mismo como venezolano está cansado de esto.

    Pero eso no quiere decir que Maduro esté totalmente equivocado. Maduro tiene razón en muchas de las denuncias y observaciones que hace. Cuando uno se aleja un poco en el tiempo y el espacio, cuando uno hace el ejercicio de cambiar los países y actores (por ejemplo: pensar qué pasaría si en vez de Venezuela, el país víctima de una guerra económica fuera Estados Unidos), uno puede darse cuenta de que Maduro sí tiene algo de razón. O bastante, dependiendo de como lo veas.
Pero continuemos con nuestro proceso de contextualización, que yo sé que es largo, pero es mucho lo que ha pasado este año 2018.

Salarios y pizzas

  • El pasado 20 de junio de 2018, nuestro sueldo mínimo mensual alcanzó el valor de Bs. 5.196.000 bolívares.

    Para agosto se llegó a un punto crítico, en el cual ya los venezolanos ganábamos tan mal, que nuestro sueldo era absurdo e insignificante. Ya no valía la pena ir al trabajo. Era estúpido ir y cumplir una jornada laboral. Y para quienes vivían en ciudades satélites de Caracas, como Guarenas, La Guaira, Charallave o San Antonio, era aún más absurdo ir a trabajar, pues tenían que gastar casi todo su sueldo en pagar pasaje.

    Nuestro salario mínimo era de Bs. 5.196.000, pero casualmente eso es lo que costaba una pizza en un centro comercial. El precio del dólar paralelo oscilaba, dependiendo del marcador, entre Bs. 4.500.000 y Bs. 6.600.000. Un chamo que trabajara en un centro comercial haciendo y vendiendo pizzas, ganaba en un mes de trabajo lo que un sólo cliente gastaba en comprar una sola pizza.

    ¡Y caray, que sí se vendían pizzas! Porque en Venezuela se generó una nueva clase social que vivía de las remesas y de los dólares que enviaban familiares del exterior. O trabajaban para clientes en el extranjero que pagaban a través de Paypal o similares. O trabajaban para empresas venezolanas, que pagaban en dólares a determinado tipo de profesionales.

    Una empresa de pizzas podía vender fácilmente de 50 a 60 pizzas diarias, pero seguía pagando a sus 7 u 8 empleados un sueldo mínimo equivalente a una pizza mensual. Si los empleados manifestaban su descontento, la empresa simplemente les sugería irse y a los pocos días ya habrán contratado a otra persona para sustituirlos, pues lamentablemente aún no hemos desarrollado una conciencia de clase plena que nos permita resolver estos problemas como proletarios que somos (y sé que no es fácil lograrlo).

    Parte de estos problemas los manifestamos en un artículo publicado en este mismo blog el 29 de octubre de 2017, titulado "Sobre pizzas, sueldos e inflación en Venezuela". En dicho artículo explicamos que el sueldo de cualquier trabajador en una pizzería venezolana era tan insignificante, y tenía una influencia tan pequeña en el esquema de costos de la pizzería, que aún si el Presidente Nicolás Maduro "se volviera loco" (usamos esa misma expresión) y decretara un aumento de sueldo de 800 por ciento, "el sueldo diario de uno de estos chamos seguiría siendo inferior al precio de venta de una sola pizza grande" y la pizzería no tendría que hacer un aumento significativo en sus precios para compensar el nuevo salario.

    Bien. Eso lo escribimos en octubre de 2017.

    El 20 de agosto de 2018, el Presidente Maduro "se volvió loco" (recordando la frase que usamos hace un año) y decretó un aumento salarial de 3.500 por ciento, subiendo nuestros sueldos de 5.196.000 bolívares a 180.000.000 bolívares mensuales.

    Al mismo tiempo, aplicó una reconversión monetaria (100 mil bolívares antiguos pasaron a ser 1 bolívar soberano), quedando nuestros nuevos sueldos en BsS 1.800 (el sueldo anterior de 5.196.000, expresado en la nueva moneda, ahora es de BsS 51,96).

Reconversión y billetes de 100

  • Esta reconversión solucionó un problema grave que teníamos los venezolanos: la falta de billetes en efectivo, que eran contrabandeados a la frontera colombo-venezolana para ser usado por las mafias del contrabando de gasolina, drogas y alimentos. Estas medidas de Maduro tomadas en agosto de 2018 acabaron finalmente con la crisis de los billetes, que databa de 2016, cuando ocurrió la famosa crisis con el billete de 100.

Precios acordados

  • Aquel 20 de agosto, Maduro también anunció un nuevo sistema de "precios acordados", según el cual el gobierno se sentaría con los principales empresarios del país (en particular aquellos que, por su capacidad de producción, son los que tienen la capacidad de "marcar los precios") y, tras analizar los costos, fijarían los precios de los principales productos alimenticios, de higiene y limpieza, y de medicinas.
  • Junto a estas medidas, Maduro anunció otras que tenían como objetivo evitar que los empresarios argumentaran que el fuerte aumento salarial causaría una ola hiperinflacionaria. La más importante: Maduro anunció que el gobierno asumiría, por 3 meses, la nómina de las empresas privadas, evitando así que el empresario suba los precios de los productos argumentando que tenía que pagar aumentos de sueldo.
  • También anunció Maduro que el Petro, una criptomoneda virtual, pasaría a ser una unidad de cuenta dependiente del valor del barril del petróleo y se dio a entender que, a través del Petro, el salario fluctuaría con la inflación. Es necesario aclarar, sin embargo, que el propio Maduro advirtió que los valores estarían en constante ajuste, y que la crisis no se resolvería al menos en dos años, cuando se corrijan los problemas y distorsiones en las variables económicas que vivimos los venezolanos.

Reconversión versus hiperinflación

  • Hay que decir que las primeras semanas tras el aumento de sueldo, fueron de ensueño para la gran mayoría de los asalariados del país. Por varias semanas pudimos comprar productos que teníamos meses sin adquirir: carne, pollo, charcutería, quesos, papel tualé, toallas sanitarias, pañales. La gente se veía con una sonrisa en la cara que no tenían desde meses.

    Aunque todos estuvimos contentos con los precios acordados, de inmediato se vieron algunas cosas ilógicas: la mortadela era más cara que la carne de res de primera categoría, y el "precio acordado" del jabón en polvo para lavar ropa, fue irrespetado desde el mismísimo primer día por las Empresas Polar de Lorenzo Mendoza, fabricantes del famoso Jabón Las Llaves, sin que hubiera sanción alguna contra ellos.

  • Pasaron las semanas y el fantasma de la hiperinflación retornó a las vidrieras. Los "precios acordados" comenzaron a aumentar vertiginosamente en algunos rubros. La carne de res y el pollo rápidamente desaparecieron, o se transmutaron a otras presentaciones para evadir los "precios acordados" (por ejemplo, el pollo entero desapareció y en su lugar se vendía pollo picado, en muslo o pechugas). Los precios subían y subían, y las denuncias a los organismos de regulación (el Sundde o Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos, entre otros) no ejercían efecto alguno.

    Rubros como el queso blanco duro, el cartón de 30 huevos o el café molido en sus diversas presentaciones subían de precio prácticamente todas las semanas, a veces duplicándose el precio.

    Algunos funcionarios sugerían que el pueblo debía "estar en la calle", "defendiendo" los precios acordados.

    Las denuncias en Twitter y redes sociales sobre los precios nunca tuvieron ninguna respuesta de los funcionarios del gobierno, que se limitan a usar las redes sociales como mecanismo unidireccional para posicionar etiquetas todos los días.

    Raras veces hubo una respuesta de los funcionarios públicos hacia las denuncias de la gente (aunque hay algunos funcionarios públicos a quienes sería mejor prohibirles usar Twitter).
  • El mes de septiembre la gente lo soportó más o menos bien con su aumento salarial de Bs. 1.800. El segundo mes (octubre), con los aumentos en los precios de todos los productos, ya la cosa comenzó a ponerse difícil.
     
  • En noviembre ya la cosa se puso mucho peor: Por ejemplo, la carne de res, cuyo precio acordado era de Bs. 90 el kilo, ya costaba más de Bs. 1.100, y ya nuevamente estábamos viviendo una situación parecida a la de agosto: trabajar un mes completo de sueldo para poder comprar 2 ó 3 artículos.

    El gobierno comenzó a pagar las utilidades a los empleados públicos (bono navideño, que es equivalente a 4 meses de sueldo), y pagó los primeros 3 meses de utilidades por partes: primero un mes de utilidades, luego dos meses más. Esto ayudó a aliviar la situación un poco. 

Gobierno y falta de autoridad

  • Pero lo que todos nos preguntábamos era: ¿por qué el gobierno no hacía valer su autoridad para mantener los precios acordados de una forma estable? ¿Por qué no salía a la calle, por qué no supervisaba a los mayoristas, a los fabricantes, a los productores, a los importadores? ¿Por qué muchos abastos, supermercados y cadenas remarcaban los precios de los productos frente a nosotros los clientes, sin que pudiésemos hacer nada al respecto? Uno veía zapaterías, cadenas como Unicasa, Plaza's, Central Madeirense o Excelsior Gama a menudo violando la ley frente a la gente, y nadie hacía nada.

    Por ejemplo: es obligatorio por ley, que los fabricantes coloquen en sus productos el Precio de Venta al Público (PVP) preimpreso en los empaques. Esto busca dificultar el remarcaje de precios, que suelen hacer muchos locales y cadenas de supermercados al cambiar los precios en las bases de datos de las cajas registradoras; la gente no sabe cuánto va a pagar por el producto sino hasta que lo lleva ante la cajera y ésta le dice cuánto vale.

    Pero, por alguna razón que yo no comprendo, entre octubre y noviembre muchos productos dejaron de traer el precio preimpreso en el empaque: panes de sandwich, desinfectantes, productos de higiene y limpieza, cereales, entre muchos otros. No me lo contaron, yo mismo lo he confirmado.

    Los fabricantes se tomaron estas atribuciones, nadie sabe por qué. Esto causó que algunos productos que antes tenían el mismo precio sin importar en qué cadena lo compres, de pronto empezaban a tener un precio en un lugar, otro precio en otro, y de pronto comenzaron a remarcar los precios desde las cajas registradoras: un día ibas a comprar el producto a un precio, pero dos días después ese mismo producto, de ese mismo lote, tenía un precio superior.

    Esto dificultaba mucho que uno pudiera reclamar. Facilitaba la destrucción de nuestro salario por parte de los empresarios, que ahora podían valerse de cualquier excusa para aumentar los precios.

Defender los precios en las calles

  • Todo esto desmoralizaba enormemente a la gente, que en medio de esta ola hiperinflacionaria se sentían desprotegidos. La gente quería ver al menos a sus funcionarios públicos, a los alcaldes, gobernadores, constituyentes (por quienes votamos, incluso arriesgando nuestras vidas) y a los candidatos a concejales batiéndose junto a uno, yendo a los negocios y comercios, a los mayoristas, a los importadores, reclamando a los distribuidores y comerciantes los precios que subían constantemente.
  • Otro problema era que personas que estábamos acostumbrados a tener todos los meses algún esquema de protección (bien sea aumentos salariales o bonos del Carnet de la Patria) de pronto nos vimos desprotegidos por 3 meses. Y esto fue muy duro para muchos. 

Anuncios presidenciales y el presente

  • Finalmente, con muchísima expectativa, el 29 de noviembre de 2018 el Presidente Maduro anunció un aumento salarial de 150 por ciento, subiendo el salario mínimo de Bs. 1.800 a Bs. 4.500, así como tomando otras medidas que resumimos acá
  • Igualmente, al día siguiente (30 de noviembre) el vicepresidente de Economía, Tareck El Aissami, anunció una medida inédita: la ocupación temporal, por 180 días, de 21 mataderos de carne de res debido al incumplimiento de los precios acordados. Además, se solicitará al Ministerio Público abrir investigaciones a los dueños de los mataderos.

    Esta medida es inédita y digna de un aplauso. Lo único que se le puede criticar, es lo tardía de la misma: debió tomarse en septiembre u octubre, apenas al notarse el incumplimiento de los precios. Esperar casi hasta diciembre para tomar esta medida es absurdo. Además, es una medida que también debería tomarse prácticamente en los demás rubros de la economía.

    De cualquier forma, creo que la medida debe ser bienvenida. Sólo el tiempo dirá si es efectiva y si se logra que la carne reaparezca de forma constante en las mesas de las y los venezolanos.
  • Muchos me han dicho que preferirían que no se hicieran aumentos salariales, dado que los mismos son usados por los empresarios como excusa para aumentar los precios y generar inflación. Preferirían un gobierno que ponga a raya a los empresarios y que eviten las subidas de precios innecesarias que causan la hiperinflación.

Conclusiones

  • Por ahora, sólo queda esperar. Hay mucha incertidumbre, desconocemos si continuaremos en ciclos mensuales en los que se harán aumentos de sueldo o se entregarán bonos, o si habrá que esperar 3 meses o más a que ocurran nuevos ajustes.  Es una incertidumbre en la que es bastante difícil vivir. 
  • Pero lo que espero haya quedado claro a quienes hayan llegado hasta acá, es que la situación de Venezuela no es nada fácil de describir. Ni podemos achacar la culpa a Nicolás Maduro y su gobierno, como pretenden la mayoría de los medios de comunicación, ni tampoco podemos decir que todo sea culpa del Imperialismo estadounidense, el cual sí existe y sí está muy deseoso de apoderarse de los recursos de Venezuela, como ya lo ha hecho con muchos otros países. Hay un empresariado nacional que tiene gran parte de la culpa de los problemas, pero que generalmente se esconde y no da la cara. Hay un gobierno que debería ponerlos en cintura, pero no lo hace con la contundencia que debiera. Hay una lucha contra la corrupción y la ineficiencia, que avanza muy lentamente para lo que todos quisiéramos. Hay una industria petrolera que debe recuperarse, y un país completo que debe desarrollar industrias distintas a la petrolera. Son muchos los factores en juego.
En algún momento habrá que hacer un análisis en frío, como el que acostumbran hacer los historiadores: a la distancia tanto físicamente, como en el tiempo (es decir, varios años después), para ver cuán eficaces fueron todas estas medidas. Sin embargo, creo que hacer este tipo de análisis de cuándo en cuándo es necesario para saber en dónde estamos y hacia dónde vamos.
La última observación que quiero hacer, es sobre el tema del Petro. Pero eso lo dejaré para otro artículo.

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