Snowden sí, Conrado también
"Cualquier solicitud de asilo de cualquier ciudadano del mundo, Venezuela está obligada a otorgarla", dijo el canciller Elías Jaua el pasado sábado sobre el caso de Edward Snowden, quien ha solicitado asilo político desesperadamente a más de 30 países del mundo. El vicepresidente Jorge Arreaza fue aún más expresivo: “¿Como no dárselo? Lo que nos enseñó el comandante Chávez fue, al que más necesita tenemos que extenderle la mano en primer lugar (...) ¿Como no darle nosotros, en la patria de Bolívar, un espacio a alguien que esta siendo perseguido por todas las grandes potencias imperiales del mundo?”, se preguntó.
Todas estas son frases excelentes, y todos las apoyamos. La vida nos permitió ser testigos del cambio que impulsó el comandante Hugo Chávez, probablemente el más espectacular de nuestra historia, y todos estamos trabajando duro y remando en el mismo sentido, defendiéndonos del Imperio más poderoso que ha existido. El asilo a Edward Snowden es uno que apoyamos los informáticos que estamos del lado de este proceso, pues al fin alguien ofrece pruebas tangibles de las denuncias que venimos realizando desde hace años: de que el uso de las redes informáticas y servicios que empresas estadounidenses nos brindan "gratuitamente" (Facebook, Gmail, Twitter, Skype, etc.) no son otra cosa sino trampas cazabobos para que demos información de nosotros mismos y de nuestros camaradas que los revolucionarios de hace 20 años no hubiera dado ni siquiera bajo la más extrema tortura.
Pero no podemos quedarnos callados ante el caso del músico revolucionario Julián Conrado, quien tuvo que unirse a las Farc como tantos otros luchadores colombianos quienes vieron diezmados sus pueblos y tuvieron que presenciar cómo masacraban a familiares, amigos y compañeros de trabajo. De no haberlo hecho, Conrado sería un desaparecido más de los cientos de miles que hay en Colombia.
Sin quitarle méritos a las declaraciones de nuestros funcionarios sobre el caso Snowden, creo que es necesario que alguno de ellos emita aunque sea una pequeña respuesta sobre el caso Conrado. Que digan que pasó con él, recordando que lleva más de un año detenido y que, al igual que Snowden, Conrado también solicitó asilo el pasado 20 de Julio de 2011, pero tras casi dos años no se le ha dado respuesta. Que nos demuestren que él no ha sido olvidado.
Que al menos se diga las razones del retraso en su petición de asilo: si es que algún ente público tiene retenido o retrasado el caso, si no se quiere perjudicar las mesas de diálogo con las Farc, o si hay otras razones. Pero mantener silencio sobre el tema es incomprensible y muy dañino. La izquierda en todo el mundo conoce el caso Conrado, y muchos se expresan de mala manera de nosotros, nuestros funcionarios y nuestro proceso cuando leen frases como las que iniciaron este artículo, preguntando por qué a Snowden sí y por qué a Conrado no.
Obvio que el caso de Conrado es muy complicado políticamente hablando. El de Snowden también. Pero creo que, con un poco de voluntad política, puede y debe resolverse.
Todas estas son frases excelentes, y todos las apoyamos. La vida nos permitió ser testigos del cambio que impulsó el comandante Hugo Chávez, probablemente el más espectacular de nuestra historia, y todos estamos trabajando duro y remando en el mismo sentido, defendiéndonos del Imperio más poderoso que ha existido. El asilo a Edward Snowden es uno que apoyamos los informáticos que estamos del lado de este proceso, pues al fin alguien ofrece pruebas tangibles de las denuncias que venimos realizando desde hace años: de que el uso de las redes informáticas y servicios que empresas estadounidenses nos brindan "gratuitamente" (Facebook, Gmail, Twitter, Skype, etc.) no son otra cosa sino trampas cazabobos para que demos información de nosotros mismos y de nuestros camaradas que los revolucionarios de hace 20 años no hubiera dado ni siquiera bajo la más extrema tortura.
Pero no podemos quedarnos callados ante el caso del músico revolucionario Julián Conrado, quien tuvo que unirse a las Farc como tantos otros luchadores colombianos quienes vieron diezmados sus pueblos y tuvieron que presenciar cómo masacraban a familiares, amigos y compañeros de trabajo. De no haberlo hecho, Conrado sería un desaparecido más de los cientos de miles que hay en Colombia.
Sin quitarle méritos a las declaraciones de nuestros funcionarios sobre el caso Snowden, creo que es necesario que alguno de ellos emita aunque sea una pequeña respuesta sobre el caso Conrado. Que digan que pasó con él, recordando que lleva más de un año detenido y que, al igual que Snowden, Conrado también solicitó asilo el pasado 20 de Julio de 2011, pero tras casi dos años no se le ha dado respuesta. Que nos demuestren que él no ha sido olvidado.
Que al menos se diga las razones del retraso en su petición de asilo: si es que algún ente público tiene retenido o retrasado el caso, si no se quiere perjudicar las mesas de diálogo con las Farc, o si hay otras razones. Pero mantener silencio sobre el tema es incomprensible y muy dañino. La izquierda en todo el mundo conoce el caso Conrado, y muchos se expresan de mala manera de nosotros, nuestros funcionarios y nuestro proceso cuando leen frases como las que iniciaron este artículo, preguntando por qué a Snowden sí y por qué a Conrado no.
Obvio que el caso de Conrado es muy complicado políticamente hablando. El de Snowden también. Pero creo que, con un poco de voluntad política, puede y debe resolverse.
Snowden tiene más empuje mediático. Eso es todo.
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