Manual para entender los paros de empleados públicos que Guaidó quiere hacer en Venezuela
Este 5 de marzo de 2019 el señor Juan Guaidó, diputado quien dice ser presidente interino de Venezuela, se reunió con jefes de algunos sindicatos de empleados públicos del país, en vías de realizar paros escalonados en las instituciones públicas en los próximos días.
Si usted vive en
otro país, es muy probable que comiencen a leer noticias en los
próximos días de lo precario, de lo triste, de lo horrible que es
ser trabajador público en Venezuela, con el fin de justificar estos
paros escalonados.
Guaidó y los medios
de comunicación que lo apoyan quieren hacer parecer las cosas muy
sencillas: vivíamos en un ambiente paradisíaco y feliz hasta que
llegaron Chávez y Maduro. Y luego, el país se volvió un infierno.
Así que hay que “poner fin a la usurpación” y deponer a Maduro,
y todo volverá a ser feliz como antes. O al menos eso dicen ellos.
En realidad, las
cosas en el sector público siempre han sido complicadas. Muy
complicadas. Y Venezuela vive desde hace 5 ó 6 años una serie de
presiones, sanciones, bloqueos y medidas con el fin de presionar a
Nicolás Maduro para que renuncie. Nosotros lo llamamos “guerra
económica”, término que algunos desprecian por exceso de uso,
pero que no por ello deja de tener sentido.
Nadie puede negar
que muchas de las acciones que se ejecutan contra nuestro país,
incluso las propias acciones de Guaidó, aparecen en el manual deGene Sharp para las revoluciones de colores, y muchas de estas
medidas son reconocidas abiertamente por el gobierno estadounidense,
que viene tras Venezuela tal y como antes lo hizo con Irak, Libia y
otras naciones petroleras. Con esto no quiero decir que el gobierno
de Nicolás Maduro sea perfecto o que no existan funcionarios
corruptos e ineficientes que tengan parte de la culpa de lo que está
pasando, pero hay que estar claros de los niveles de responsabilidad
en todo esto.
Ahora bien,
intentemos entender algunas cosas en nuestro Estado y en nuestro
país.
Sindicatos
En Venezuela hay
unos 3 millones de empleados públicos. Algunas instituciones,
particularmente las más nuevas, no tienen sindicatos. Hay
instituciones que tienen decenas de sindicatos distintos, divididos
de acuerdo a tipos de trabajadores (empleados, obreros, técnicos,
etc.), regiones geográficas, entes adscritos, etc. En muchos
lugares, los sindicatos cumplen funciones principalmente
reivindicativas. Pero en ciertas instituciones antiguas, los
sindicatos actúan como mafias y son muy peligrosos.
No es secreto que muchos sindicatos son de oposición. Me sorprende más bien la baja asistencia de sindicalistas a la reunión con Guaidó, pues sus asistentes cupieron en el auditorio de Colegio de Ingenieros, con un aforo de unas 200 personas.
Yo hubiera esperado muchas más. No es de extrañar, por otro lado, que la mayoría de los sindicalistas asistentes tengan un promedio de edad por encima de los 50 años.
Protección laboral
En Venezuela, los
sindicalistas están protegidos por ley y no pueden ser despedidos.
Pero no hace falta
ser sindicalista para estar protegido. En Venezuela está vigente un
decreto de inamovilidad laboral establecido por el entonces
Presidente Hugo Chávez, que Nicolás Maduro ha renovado todos los
años. El decreto evita que cualquiera pueda ser despedido de forma
injustificada.
Un trabajador sí
puede ser despedido, pero el despido tiene que tener causas válidas.
Por ejemplo: si una persona faltó 3 días en un mes sin
justificación, puede ser despedida pero tiene que seguirse un
procedimiento en el Ministerio del Trabajo donde a la persona se le
da derecho a la defensa; si la persona faltó por razones médicas u
otra razón justificada, allí puede presentar las constancias
respectivas.
Por darles un
ejemplo: Hace algunos años, un ministro de Cultura ordenó el
despido injustificado de unos 20 trabajadores de seguridad del
Ministerio. Los trabajadores introdujeron una demanda en el
Ministerio del Trabajo, éste ordenó su reincorporación pero el
entonces ministro se negó. Meses después el ministro fue cambiado
(los ministros de Cultura suelen ser cambiados todos los años), y el
nuevo ministro sí obedeció la decisión del Ministerio del Trabajo.
La institución tuvo que reengancharlos y pagarles los “salarios
caídos” (el pago de sus sueldos por todo el tiempo que estuvieron
despedidos injustificadamente, que fue de casi un año). Esto es un
pequeño ejemplo de la protección que tienen los empleados públicos.
Por supuesto que
también hay injusticias, malos tratos, funcionarios que se
corrompen. Meses después conocí del caso de otra trabajadora del
mismo ministerio, que fue despedida injustamente, y no hubo forma de
que se le diera apoyo, ni siquiera porque el caso fue denunciado
públicamente. Las cosas funcionan mejor cuando los trabajadores son
muchos y se articulan.
De cualquier forma,
es importante recordar que uno de los logros más importantes del
Presidente Hugo Chávez fue la aprobación de la Ley del Trabajo,
los Trabajadores y las Trabajadoras (LOTTT), que firmó el 30 de
abril de 2012 y que logró una cantidad inmensa de reivindicaciones
para los empleados públicos y privados.
Guaidó sin interés en parar las empresas privadas
Por otro lado,
Guaidó se está centrando en convocar el paro en las instituciones
públicas. Tal parece que la empresa privada no está
interesada en hacer paros, a diferencia de lo que pasó en
2002-2003, durante el paro petrolero-empresarial con el que
intentaron derrocar a Hugo Chávez.
No me malentiendan:
la empresa privada sí está apoyando a Guaidó en sus aventuras,
pero lo hacen de una forma distinta: en mi opinión son los que
protagonizan los aumentos de precios injustificados en los alimentos,
la hiperinflación y el fijar precios de productos nacionales según
el dólar paralelo, entre muchas otras medidas que tienen muy
desesperada a la población. Son parte integral de la guerra
económica.
Sueldos en las instituciones públicas
Por otro lado, es
cierto que los sueldos en las instituciones públicas son bajos
(desde 18 mil hasta 38 mil bolívares mensuales, el equivalente de 6
a 12 dólares mensuales).
El ingreso diario
de un empleado público ronda entre los 900 y los 1.800 bolívares
diarios. Es tan pequeño, que un vendedor informal de los que vende
chucherías y caramelos en el Metro puede hacer esa cantidad de
dinero en menos de una hora. De hecho, muchos empleados públicos
hacen trabajos extras al terminar su jornada laboral con el fin de
llevar ingresos extras a sus familias.
Pero también es
cierto que la mayoría de las instituciones públicas entregan a sus
trabajadores cajas de alimentos o bolsas de comida (CLAP o
equivalentes). Son apoyos que se entregan mientras dura la situación
de guerra económica. Se suelen entregar todos los meses, aunque a
veces hay fallas en su regularidad.
Si los empleados
públicos no recibiéramos esas cajas y tuviéramos que comprar esos
alimentos en supermercados, nos costarían entre 60 mil y 90 mil
bolívares mensuales (entre 20 a 30 dólares mensuales). Conozco
trabajadores que me dicen que ellos no han renunciado a su
institución básicamente por las cajas de comida, y también sé
que algunas instituciones, cuando han tenido problemas logísticos
con las cajas y no han podido entregarlas por un mes o dos, se
enfrentan con la renuncia masiva de muchos de sus trabajadores, que
consiguen trabajos en otras instituciones o en la empresa privada.
Por otro lado, en
diciembre muchas instituciones públicas apoyaron a sus
empleados con combos de alimentos especiales (carnes, pollo e
ingredientes para los alimentos típicos decembrinos) y en
agosto/septiembre, cuando comienza el año escolar, también se
hicieron operativos y se entregaron bonos especiales para que los
padres y madres pudieran comprar parte de los implementos escolares a
sus hijos e hijas.
Los libros,
uniformes y morrales para los estudiantes de escuelas públicas son
gratuitos, sin importar si sus padres son empleados públicos o
no.
Hay unas pocas
instituciones que tienen transportes para quienes viven en
poblaciones cercanas a Caracas, como Guarenas, Guatire o los Altos
Mirandinos, pues el costo del transporte público a estos lugares se
ha vuelto excesivo y consume la mayor parte del salario mensual.
Otras instituciones han hecho arreglos para quienes viven lejos, con
el fin de que puedan trabajar desde sus casas e ir a la sede de la
institución uno o dos días a la semana solamente.
Y no hay que dejar de mencionar que, si bien en Venezuela vivimos una hiperinflación bastante fuerte (que lleva dos semanas frenada, coincidiendo con la salida del país de Guaidó), el gobierno también ha tenido una política de subir los salarios cada dos meses, otorgar bonos a través del Sistema Patria y adelantar quincenas cuando la inflación ha arreciado más, lo que nos ha ayudado a los trabajadores públicos a soportar su impacto.
Y no hay que dejar de mencionar que, si bien en Venezuela vivimos una hiperinflación bastante fuerte (que lleva dos semanas frenada, coincidiendo con la salida del país de Guaidó), el gobierno también ha tenido una política de subir los salarios cada dos meses, otorgar bonos a través del Sistema Patria y adelantar quincenas cuando la inflación ha arreciado más, lo que nos ha ayudado a los trabajadores públicos a soportar su impacto.
Salud y servicios médicos
Hay instituciones
públicas que tienen servicios médicos para sus trabajadores
(consultorios, clínicas y pequeños servicios de emergencias).
Hay algunas que cuentan con comedor y brindan almuerzos a
precios preferenciales.
También hay que
decir que hay molestias en los empleados públicos porque, hace 5
años, sus seguros médicos permitían que ellos y sus
familiares pudieran verse en clínicas privadas (de mejor calidad que
los hospitales públicos), atenderse emergencias, poder atender un
parto en una de estas clínicas e incluso se les podía pagar
operaciones quirúrgicas de gran envergadura en dichos
establecimientos privados.
Sin embargo, a raíz
de la crisis económica, la cobertura de los seguros médicos de
los empleados públicos ha bajado enormemente: apenas les
permiten pagarse un par de consultas médicas anuales, lo que ha
forzado a los empleados públicos a tener que verse y atenderse en
hospitales y otros establecimientos públicos, que a su vez también
están siendo afectados por la escasez y el robo de medicinas e
implementos médicos, y por tener que atender a 3 millones de
empleados públicos que antes se atendían en el sistema privado.
Pero también hay
que reconocer que las instituciones públicas pagaban una cantidad
monstruosa de dinero a aseguradoras y clínicas privadas. En
2010, según cifras del entonces diputado Rafael Ríos, el Estado
pagaba 9 mil millones de bolívares anuales a
los seguros de salud de 2
millones de empleados públicos, mientras que el
presupuesto para todo el Sistema Público Nacional de Salud era de 14
mil millones de bolívares (ver
https://www.aporrea.org/actualidad/a106428.html).
Esta terrible desproporción
era muy criticada
por los revolucionarios.
Yo mismo fui testigo
de cómo los médicos de las clínicas privadas, al enterarse que uno
era un empleado público asegurado, aumentaban la factura colocando
exámenes y procedimientos que nunca te habían hecho con el fin
de cobrarle más al seguro. Las clínicas y aseguradoras privadas
vivían de robar y expoliar al Estado (en
2011 se calculaba que el 80% del ingreso de las clínicas privadas
provenía del estado, ver
http://www.psuv.org.ve/opiniones/opinion/control-precios-clinicas-privadas-ya/),
y muchos médicos, mientras te atendían hablando pestes de Chávez,
hacían tracalerías iguales o peores de las que acusaban al gobierno
bolivariano.
Como respuesta, el
gobierno comenzó a crear aseguradoras públicas, servicios
autoadministrados (oficinas dentro de las instituciones públicas
para administrar los gastos clínicos y saltarse a las aseguradoras
privadas), creaban tablas o baremos de lo que debía costar cada
servicio médico prestado por las clínicas privadas para evitar que
cobraran más de la cuenta, y tenían médicos revisando las facturas
buscando irregularidades. Sin embargo, cuando se adelantaban estas
medidas nos agarró la muerte de Chávez y la guerra económica,
paralizando todos estos esfuerzos.
De allí que esta
grave contingencia que estamos viviendo también es una oportunidad
para preguntarnos, una vez empecemos a recuperarnos económicamente,
si tenemos que revivir ese perverso sistema de aseguradoras y
clínicas privadas, o si más bien debemos crear un sistema
público de salud de calidad, que funcione muy bien para todos
los venezolanos y no sólo para los empleados públicos.
Escalas salariales
Otro problema que
nos trajo esta crisis fue el aplanamiento de las escalas salariales,
lo que tiene muy molestos a muchos sindicatos.
Vamos a explicarlo:
El Presidente
Maduro, al realizar la reconversión monetaria de agosto de 2018,
hizo un importante aumento de salario mínimo: Lo subió de 51
bolívares soberanos a 1.800 bolívares soberanos. El aumento
salarial fue de 3.364 por ciento.
Esto en principio
era muy bueno, pero por otro lado, el aumento de las escalas no
fue lineal.
Es importante
explicar que, en las instituciones públicas, existe una escala
salarial de acuerdo al cargo de cada trabajador, su responsabilidad,
su nivel académico, cursos realizados y la antigüedad dentro de la
institución, esto para motivarte a hacer carrera dentro de la
institución y a formarte profesionalmente.
Por dar un ejemplo:
cuando yo ingresé al Ministerio de la Cultura en 2009, el director
de mi área ganaba 5 veces más que yo.
En agosto de 2018,
al decretarse el aumento, como el gobierno no podía pagar un aumento
lineal de 3.364 por ciento a todos los empleados públicos, se
decidió que los trabajadores que ganaban más se les aumentaría
menos, de forma tal que la diferencia entre el que ganaba sueldo
mínimo y el que ganaba más terminó siendo de 10 o 20
por ciento.
Esto, obviamente,
tiene muy molestos a algunos sindicatos, tanto chavistas como de
oposición, que sienten que las luchas reivindicativas por las que
lucharon durante años se esfumaron o se perdieron. El que las
escalas salariales estén tan cerca también está causando una
deserción de los profesionales y personas con nivel universitario,
quienes son remuneradas mucho mejor en la empresa privada.
También hay
molestias por la forma como se esfumaron las “prestaciones” de
los empleados públicos, es decir, el pago que se iba acumulando
año tras año de trabajo, y que se nos depositaría el día que nos
jubilemos o nos vayamos de la institución. Generalmente, las
prestaciones equivalían a muchos meses de salario. En algunos casos,
alcanzaba para comprarse una moto o un carro usado. A quienes se
jubilaban tras trabajar 30 años en una institución, el dinero
muchas veces les alcanzaba para la inicial de una vivienda. Y estamos
hablando de hace 5 años. Pero la rápida hiperinflación y el poco
interés en buscar una forma de proteger estos ahorros, hizo que los
mismos se disolvieran en cuestión de semanas. Meses de salario se
convirtieron, en cuestión de días, en el equivalente a un kilo de
queso.
Sin embargo, aunque
sin duda que a los empleados públicos todo esto nos tiene molestos,
también es un hecho que vivimos en un momento muy especial por el
acoso que estamos viviendo como nación desde el exterior. Sabemos
que el culpable de todos estos males no es Maduro, como intentan
hacerlo ver algunos de manera simplista. Seguimos trabajando duro en
nuestras instituciones, esperando con ansias que esta situación de
guerra económica finalice y que se pueda retomar el camino que Hugo
Chávez marcó.
Es un poco
lamentable también la actitud egoísta de algunos sindicatos, que
piensan únicamente en recuperar las reivindicaciones que ellos
lograron, y no en las que se han perdido en toda la
Administración Pública producto de la guerra económica. Ojalá las
medidas que tome el gobierno a medida que se vayan solucionando los
problemas del país, sean en conjunto para toda la Administración
Pública, y no solamente para los sindicatos que demuestren más
poder o que hagan vida en las instituciones más delicadas.
Empresas privadas y los trabajadores
Por otro lado,
también es cierto que los empleados y obreros de las empresas
privadas tienen sueldos bastante bajos, en particular quienes
son bachilleres y no tienen formación profesional, y en la enorme
mayoría de los casos no cuentan con bolsas de comida u otras ayudas.
He escrito artículosen el pasado de cómo los empleados de restaurantes, pizzerías y
franquicias sirven platos que cuestan más de lo que ellos ganan por un mes completo de sueldo, y generalmente no tienen
forma de reclamarlo ni de sindicalizarse.
Un famoso
restaurante de pollos fritos (empresa privada), que tiene publicidad
en la televisión por suscripción que deben pagar en dólares, vende
en estos momentos sus platos de comida con estos precios:
-
14 mil bolívares cada plato con dos piezas de pollo, papas fritas y un vaso de refresco
-
16 mil bolívares cada plato con tres piezas de pollo, papas fritas y un vaso de refresco
Sin embargo el
salario mensual de los trabajadores de esta franquicia es
apenas un poco mayor al salario mínimo legal, de Bs. 18 mil.
Aunque estos trabajadores pueden recibir algunos beneficios
adicionales, como la posibilidad de almorzar en el restaurante, esto
no se compara con una caja de productos alimenticios, como la que se
entrega en las instituciones públicas.
En cuanto al costo
de la materia prima de estos restaurantes, podemos dar algunos
precios al detal para darle al lector una idea: el pollo crudo entero
cuesta Bs. 3.800 el kilo, las papas se venden a 4 mil bolívares el
kilo y una botella de refresco de 2 litros se vende en los
supermercados a Bs. 5 mil. Los precios al mayor deben ser mucho
menores.
Es obvio que el
margen de ganancia de estos restaurantes es bastante grande. La
mayoría de las personas concuerdan en que, si estos restaurantes
quisieran ofrecer mejores salarios a sus trabajadores, podrían
hacerlo sin mayores repercusiones en su estructura de costos, pero
parece que hay intereses políticos en mantener los precios altos
y los salarios muy bajos. Parece que estas empresas cumplen un
papel en mantener descontenta a la mayor parte de la población, que
hoy no puede acceder a estos restaurantes aún cuando, hace unos 5
años, sí era posible para cualquier trabajador llevar a su familia
un fin de semana a comer en estos locales.
Conclusión
Quise escribir todo
esto para mostrar a quienes nos lean desde otros países que sí: es
cierto, los trabajadores venezolanos vivimos una situación delicada,
producto de los innumerables problemas que vive el país. Pero, por
otro lado, es falso que los trabajadores públicos hayamos sido
abandonados por el gobierno actual a tal punto que se justifique un
paro general, como propone Juan Guaidó apoyado por algunos
sindicalistas. Sí, los trabajadores tenemos problemas graves,
pero hemos sido apoyados por el gobierno y esperamos que este apoyo
no cese. Esperamos que los problemas encuentren su solución
definitiva a medida que el gobierno de Maduro logre hacer que nuestro
país sea más productivo, que se creen y establezcan industrias
nacionales y extranjeras prestas a convertir nuestros innumerables
recursos en productos terminados, y que nuestra industria petrolera
se recupere.
Desde mi punto de
vista, sólo con un sistema de gobierno socialista se puede
ejecutar una distribución justa de las inmensas riquezas del
país, enfatizándose en los pobres y excluidos para pagar esa
inmensa deuda social que la sociedad tiene con ellos.
Sería muchísimo
más sencillo si el país no estuviera recibiendo sanciones,
bloqueos e intentos de invasión de parte de las naciones que quieren
apoderarse de nuestros recursos. Pero, en realidad, no podíamos
esperar otra cosa de un Imperio que se comporta como un malandro
cualquiera, pendiente de robarle su dinero a quien pase por enfrente.
Ojalá nuestros
sindicalistas y trabajadores públicos no se presten al show de
Guaidó, de quien creemos que no tiene el más mínimo interés en
apoyar a los trabajadores de base, sino más bien al empresariado
patronal de siempre.
Coincido 100% con lo aquí señalado y añado q esto de hacer paros escalonados por el sector público es un plan desestabilizador sin propuestas, sin ideas programáticas, y solo siguen la ruta de llevar a cabo un golpe de estado para complacer a los sectores de la derecha y su amo el gobierno de los EE.UU., Chávez Vive y la lucha sigue. Venceremos
ResponderBorrarLa oposición traidora a la Patria con sus "loquinas" (Whitedog, Locoldo, Raronsky, etc.) -guapos y apoyados por el mayor imperio conocido por la humanidad- *lo único que ha hecho es profundizar el Socialismo Bolivariano, ya que los sueldos y salarios ya no importan sino que laboran por los beneficios sociales*.
ResponderBorrarJajaja..en narniazuela no trabajan para obtener nads.. salvo..beneg beneficios sociales.. con razón.. cada día son más brutos ... Si no tienen para comer.. ese cerebro se atrofia...
BorrarPregunto porque si este sr a transgedido tantos las leyes todavía no le a sido dictado la detección por el tribunal supremo... Bueno aunque no es menos cierto que en cada aparición que hace mete la pata y deja a muchos de sus seguidores más desanimados aún...
ResponderBorrar¡Excelente artículo Luigino! hoy visito tu Blog por primera vez, ten la certeza que me convertiré en una lectora asidua...
ResponderBorrarSabes un chiste? Por ahí sacaron una imagen de un carnet de Juan Guaidó cuando trabajaba en compumall.
ResponderBorrarCómo para decir que no es un niño rico, sino un muchacho trabajador.
Resulta que en el IVSS, en registro público de Guaidó refleja que su inclusión al seguro social, data de cuando gabo su curul como diputado en 2015.
Lo que lo convierte en un ser peor que un niño rico que nunca ha trabajado: un desclasado proletario, explotado por el sistema que defiende que ni siquiera fue inscrito por la seguridad social pública en la empresa que trabajo, estando la empresa obligada a hacerlo.
Víctima y cómplice del capitalismo salvaje al mismo tiempo.
Pregunto yo que implicaciones tuvo el imperio para que las empresas básicas de Guayana estén inservibles? Que hizo el imperio para acabar con la empresas mineras del sur? Como el imperio acabó con fama de América por nombrar alguna de las empresas expropiada? ,por último que tiene que ver el imperio con que el saime no entregue pasaportes como cualquier otro país un mero trámite no una odisea budu. No se que alguien me lo explique
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