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Mostrando las entradas de abril, 2005

La autonomía es para eliminar la exclusión

(Un fragmento de este artículo fue publicado en el periódico TEMAS de esta semana; aquí lo reproduzco completo) La Universidad Central de Venezuela, sitio donde fueron instruidos importantes luchadores sociales del país, tiene orígenes realmente peculiares, que vale la pena recordar. La UCV fue fundada por mandato del Rey Felipe V de España el 22 de diciembre de 1721, con el nombre de "Real y Pontificia Universidad de Caracas". En efecto, los adjetivos "Real y Pontificia" no eran gratuitos: la universidad formaba exclusivamente teólogos, canonistas, juristas y médicos, una élite de jóvenes adinerados quienes defendían los fueros y regalías del Imperio español, y la "pureza" de la Iglesia Católica bajo instrucciones del Sumo Pontífice [1] . En aquella época, la universidad funcionaba donde hoy queda el Concejo Municipal; luego se mudó al actual Palacio de las Academias. Luego, Isaías Medina Angarita inició la construcción de la Ciudad Universitaria de

"Luto activo" con el Papa

Cito del artículo " Síndrome mediático del 11 de abril " escrito por el comunicador Earle Herrera: Ni la muerte del Papa escapó a la locura de esta gente. La cantidad de feligreses que asistió a las misas celebradas, no por pura coincidencia en iglesias del este, hizo creer a los derrotados de abril que la oposición había resucitado y que marchar sobre Miraflores era cosa de toser y rezar. Un canal, como si Juan Pablo II hubiese sido militante de la guarimba piromaniaca y rochelera, colocó en pantalla el cintillo “Luto activo”. Allí lo mantuvo hasta que alguien de la planta advirtió el ridículo radioeléctrico y el rechazo popular que provocó el uso politiquero de la muerte del pontífice. Sólo entonces cambiaron la consigna de la errática coordinadora democrática por un lazo negro. No se pudo aprovechar el deceso del Papa para revivir mediáticamente a la oposición y, mucho menos, para recalentar la calle. La consigna política de “Luto activo” colocada en pantalla ante la mu

s a c a M e l o (parte II)

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Pasé hoy por el blog de Inita , y vi que no soy el único molesto por la intromisión de Movistar, hasta en el mundo periodístico. Cito a Inita: Sin verguenza y con mucha M el periodismo debe sincerarse y reconocer que está ahí no para "informarnos y hacernos libres gracias al conocimiento" (risas) sino para vender... para vender y listo. Cito a la revista Producto Express: En El Nacional, la 'inesperada aparición' de la M, el pasado jueves 31 en las páginas de política (A-3) y deportes (B-3), causó molestia entre los periodistas quienes, en protesta, decidieron no firmar sus artículos durante los cinco días que dura la campaña. Curiosamente, sólo VTV y el ministro Andrés Izarra se hicieron eco de esta protesta de los periodistas. Quien quiera leer más de mi inconformidad con Movistar y sus nuevos dueños, la Telefónica de España, puede hacerlo cliqueando aquí .

La muerte del Papa, y la Conferencia Episcopal

El sábado pasado, luego de la muerte del Papa, Vanessa Davies logró entrevistar telefónicamente al Monseñor Mario Morontas para conocer sus impresiones sobre el lamentable incidente. Pero una de las preguntas que más llamó la atención tuvo que ver con las misas que la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) había convocado para el domingo: una en la Iglesia San Juan Bosco de Altamira, y la otra en la Iglesia de La Chiquinquirá en La Florida. "¿Por qué todas las misas de la CEV se celebran en el este de Caracas?", preguntó Davies recordando que la mayor parte de la población de Caracas -la más pobre, además- vive en el oeste. A Morontas no le quedó otra que responder que "desconocía la razón" de esa decisión, y no quiso hacer más alusiones al respecto. Un amigo opositor intentó convencerme de que el problema radicaba en que las iglesias del centro y oeste de Caracas son chiquitas. Luego pregunté, y me informaron que las iglesias de Santa Teresa, de San Martín y hast

¡ s á c a M e l o !

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En los años 40 del siglo XX, George Orwell escribía su novela "1984", prediciendo un mundo en el cual su gobierno totalitario era capaz incluso de alterar la historia pasada y convencer a los ciudadanos de que algo no existió. En efecto, el protagonista trabajaba en el Ministerio de la Verdad de Oceanía, uno de los tres países que existían en su mundo. Cada vez que el gobierno se lo ordenaba, buscaba los periódicos y libros (sólo el gobierno los tenía) y les cambiaba determinados hechos no convenientes, que se deseaban modificar o incluso eliminar de la historia. En efecto, el gobierno podía hacer que las raciones de alimentos disminuyeran y sin embargo la gente se alegrara, convencida de que habían aumentado, pues eso decía la Historia y la propaganda del régimen. De esa forma, la novela de Orwell criticaba al gobierno comunista de Stalin. Pero el autor nunca previó que el capitalismo también podría hacer cosas similares. Y es que nadie pudo predecir en 1940, que algún